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Comenzada la adolescencia, todas aquellas inquietudes "paranormales" fueron quedando de lado y fueron reemplazadas por un emergente idealismo político y filosófico que me hizo andar detrás de las huellas de algunos escritores y caudillos de la historia argentina. Surgió, de manera espontánea en mí, un sentimiento de profunda simpatía con lo gaucho y con su filosofía de vida. Mientras esto ocurría, el impulso instintivo luchaba por ganar protagonismo en mis decisiones cotidianas y, por supuesto, intentaba relacionarme con gente de mi edad, lo necesitaba. 

Mi vida de adolescente fue una revolución interior, una lucha entre el instinto y la consciencia. Por un lado sentía un fuerte y profundo rechazo hacia el mundo pero, por otro lado, sufría el aislamiento del mundo e intentaba integrarme pero sin éxito y cada vez que intentaba ser parte de lo habitual, entonces, lograba otra desilusión y nuevas heridas.

A los 18 años de edad ingresé al Colegio Militar de la Nación, era mi "salida del mundo", del mundo que había conocido hasta entonces y en el que vivía. Por alguna razón, quizá debido a la memoria lejana de una vida anterior como militar, sentía que en la milicia encontraría el orden y los valores que en el mundo civil no encontraba. Estuve allí poco más de un año, lo suficiente como para darme cuenta que no era esa la salida, sin embargo, ese tiempo en la milicia me otorgó una dosis de auto suficiencia, de respaldo en mí mismo que antes no tenía; comprendí, también, que el único sitio "fuera del mundo" estaba en mí y no en un lugar u organización.

Desde muy pequeño fui un ser muy sensible y perceptivo, sentía lo que otros sentían y eso, a veces, era muy doloroso. Esta cualidad no era favorable, no era un premio sino más bien un "castigo". El Colegio Militar sirvió para endurecer mi corazón, para insensibilizarme lo suficiente a fin de sobrevivir en el intento de vivir en este mundo. Sin embargo, algo maravilloso que conseguí como resultado de mi paso por el Colegio Militar de la Nación fue la profunda amistad con los que actualmente siguen siendo mis amigos. Lo extremo de las condiciones de la vida militar, del entrenamiento, te llevan a conocer tus límites humanos, experimentas el frío, el hambre, la sed hasta el punto de casi rendirte y es allí donde la camaradería, la amistad es lo que te sostiene; es allí cuando "un amigo te sostiene la mochila en esas marchas interminables al verte tambalear listo para el desmayo..."  Fue este el mayor hallazgo que conseguí en aquella intensa experiencia de algo más de un año como cadete del Colegio Militar de la Nación, amistad y, por supuesto, cierto grado de insensibilidad necesario para prosperar en mi propósito en este mundo.

En el año 1990 frecuentaba a un grupo de personas, entre ellos estaba una mujer de unos cincuenta y pocos años de edad llamada Marita R, viuda de un hombre influyente en la política argentina y respetado por el sector político militar argentino. Marita R poco o nada tenía de ideología política o militar, ella se definía como angeóloga, decía que dialogaba con los ángeles. Cuando conocí a Marita R yo tenía 19 años de edad, ella leía las manos. Si bien me daba curiosidad el tema, no me atrevía a pedirle a Marita R que leyera mis manos. Pero, como si ella hubiera leído mi pensamiento, una de esas tardes en el bar de la esquina de Paraná y Marcelo T de Alvear, en Buenos Aires, Marita R me ofreció leer mis manos a lo que accedí sin dudarlo.  Miraba atentamente sobre la palma de mi mano mientras yo esperaba ansioso las buenas noticias. Comenzó por mi pasado, lo cual realmente no me interesaba. No dijo nada significativo con respecto al pasado, pero algo le llamaba la atención de la palma de mi mano, pues miraba como quien tiene dificultades para leer, como quien intenta leer sin sus anteojos.

Para romper ese silencio incómodo le pregunté si tendría dinero en el futuro. Allí fue cuando a Marita R más parecía costarle la lectura, me dijo en tono de duda y como quien no lee con claridad "mmm.... no!, dinero no... pero.... serás alguien importante... eres importante… pero dinero no veo!" y quedó mirándome fijamente como quien busca reconocerte detrás del "disfraz".  Mi respuesta, la respuesta de un joven de 19 años fue inmediata: "¿cómo se puede ser importante sin tener dinero Marita?". sonreí y con gentileza retiré mi mano. 

Luego de ello, Marita R mostraba un interés particular conmigo, me llevó a ver a un diputado de la Nación, pues quería que me conociera, no sé bien para qué y creo que el Dr. Jarovlasky, quien era el diputado por el partido Radical al que fuimos a ver, tampoco. Pero, Marita R era así, era querida y respetada por todos a pesar de que no la entendían. Marita R tenía relaciones con personalidades de todos los sectores del poder y de la cultura argentina y, a veces, era utilizada por algunos para llegar a ciertos personajes de poder a través de ella, tal vez era esta la razón por la cual tenía las puertas abiertas en muchos despachos y oficinas a las que pocos accedían como ella solía hacerlo.

 

Un día Marita R me dijo: "Nicolás, lee el mensaje de Jesús en la Última Cena, en el evangelio de Juan".  Lo hice esa misma noche y, mientras lo leía, sentí una profunda conmoción. La sensación fue de un alivio que jamás había experimentado, al mismo tiempo lloraba en un desahogo ancestral. Inmediatamente llamé a Marita R y le conté lo que me estaba sucediendo, se rió y me explicó lo bueno de todo aquello... No entendía mucho pero, sabía que algo en mí había cambiado, como una cáscara que se rompe y deja salir algo de adentro pero, a la vez deja entrar lo de afuera. Debo ser sincero y decir que luego de aquello me sentí raro unos días y eso provocó ciertas dudas y temores en mí, sobre todo cuando mi familia, quienes habían detectado el cambio en mi expresión diaria, temían que anduviera en "algo raro", no entendían qué me estaba pasando y por lo cual me observaban con sospecha provocando incomodidad en mí la cual disipé al esforzarme por regresar a ser el que era. Esto, por supuesto, provocó el distanciamiento de Marita R, lo cual hoy lamento profundamente pero me consuela pensar que no era mi momento aún.

 

Uno o dos años después de aquel suceso, un miércoles de primavera, estábamos terminando el día y mi padre me dijo "hoy tenemos una visita especial en casa". Por entonces, trabajaba junto a mi padre, en su negocio. Alrededor de las 19:30hs, salimos del negocio con rumbo a nuestra casa ubicada en el barrio de Belgrano, en la Ciudad de Buenos Aires.  Mientras íbamos en camino mi padre me contaba que mi madre había llamado a una persona para que "limpiara la casa de malas energías" pues mi madre, sensible a estas cosas, percibía que las discusiones con mi padre, cada vez más frecuentes, tenían origen en algún tipo de interferencia energética, en malas energías que estaban en la casa. 

Ese día conocí a Juan, un hombre de unos sesenta años por entonces, muy alto, más alto que yo, es decir, pasaba los 1,90 metros de altura. De piel morena, de sonrisa muy alegre y contagiosa, muy simpático y con una alegría desbordante como si se alegrara cada segundo del solo hecho de estar vivo. Ese día Juan tuvo una charla con mi familia, con mis padres, con mi hermana y conmigo. Hablaba sin rodeo acerca de sus temas y en su lenguaje habitual, de temas sobrenaturales, de otras vidas, de seres de otros planos, etc. Mi hermana menor se esforzaba por contener la risa y la vergüenza, mi madre solo quería que mejorara su matrimonio y mi padre vio una muy buena oportunidad para conseguir algo de "magia para ganar más dinero".

 

Hemos pasado muchas cosas maravillosas y extraordinarias con Juan, ha sido mi Maestro desde entonces y por muchos años. Al día de hoy seguimos en contacto y sigue siendo uno de los momentos más agradables de la vida cuando hablo con él. Gracias a la inquietud de mi madre llegó a mi vida. 

 

Luego vino el casamiento, mis hijos, las demandas de una vida hipotecada donde uno cumple obligaciones todo el tiempo sin pensar adónde va y por qué hace lo que hace cada día. Así llegué hasta el año 2003, en febrero de ese año, sintiéndome perdido y sin rumbo y ya sin ganas... y sin dinero... no tenía más qué hacer, no sabía qué más hacer. Cargaba con una familia, con deudas y sentía como una obligación las expectativas que muchos habían puesto en mí. Para mi entorno, según lo que ellos decían, nosotros, mi mujer de entonces, mis hijos y yo éramos "la imagen de la familia perfecta". Lejos estaba de sentirlo así.

 

Ese miércoles de febrero de 2003, desperté muy temprano y solo se me ocurría un sitio al que ir por ayuda, al Templo de la Virgen del Rosario de San Nicolás, un sitio que sentía muy especial a pesar de no haber entrado nunca hasta donde estaba la imagen de la Virgen, pues las dos o tres veces que había ido fui acompañando a otras personas, en días festivos y debido a la cantidad de gente preferí siempre esperar afuera. 

 Por alguna razón, ese día sentía que debía ir allí, era ese mi último lugar al cual podía acudir por ayuda. Con Juan había perdido contacto a raíz del casamiento y de las cuestiones mundanas, me había hecho muy terrenal, demasiado tal vez! Pero era lo que las circunstancias demandaban entonces. Así es que fui hacia San Nicolás, llovió la mitad del trayecto, era un día muy húmedo. Luego de dos horas de viaje llegué al Templo, por suerte no había nadie, solo una señora con la bolsa de las compras de pie frente a la estatua de la Virgen, y yo. Permanecí sentado en el banco de la primera fila, esperando que terminara esa señora para pasar... Cuando al fin llegó mi turno, me puse de pié junto a su imagen y sin saber qué hacer.... pensé: " y ahora qué?". Miré sus pies, recorrí su imagen con la mirada de manera ascendente hasta que al llegar a su rostro, vi una mirada viva! me desvanecí en un llanto y en un desahogo profundo... lloré... lloré y seguí llorando tres días...

 

Toda la insensibilidad que había construido para poder sobrevivir en el mundo, de pronto, en un instante y con solo su mirada, se derrumbó y volví a ser el Ser sensible que era... "a corazón abierto".

 

Pocos días después surgió un nuevo empleo, conseguí un muy buen puesto y buen dinero, las cosas se comenzaron a acomodar y no solo eso, sino que pasé de la desesperación de no saber qué hacer con mi vida y con mi familia, a tener varios proyectos de negocios y nuevos amigos de esos que surgen en las cuestiones de dinero. Pronto comencé a enfermar, engordé muchos kilos, tenía empleo y dinero pero de pronto era como estar de nuevo como en febrero de 2003... o tal vez peor... es que ya no tenía "la capa protectora de la insensibilidad" y todo me llegaba y todo lo percibía.

 

En agosto de 2004, también un miércoles, me fui a acostar como todas las noches pero no pude cerrar un ojo! de pronto, a la madrugada, sucedió!  Mi vida cambió desde aquel suceso, desde el reencuentro con mi Ser.... todo tomo sentido, así como quien recupera la memoria, de pronto, supe quién era y todo se hizo muy claro para mí. Pero mi vida, la vida que había construido hasta entonces, no encajaba en la nueva realidad que despertaba.

 

Fueron años muy duros, a partir de agosto del 2004, pues tuve que re ordenarme y re organizar toda mi vida en base a mi nuevo estado de consciencia. 

 

Una de las cosas que pensaba por entonces y que ilustraba lo que sentía, era la historia del "patito feo", me sentía así, como ese patito feo que un día descubrió que no era un pato sino otra cosa. Había vivido como un pato, feo, al que le costaba integrarse al resto de los patos y al mundo de los patos... ahora, recordaba quién era pero sobre todo, que no era un pato. 

Agosto de 2004 marcó un antes y un después en mi vida. Hasta entonces, mi vida era parecida a la de tantos otros, más allá de algunas singularidades. Sin embargo, esa madrugada del jueves 11 de agosto de 2004, viví una experiencia extraordinaria, fue "el primer contacto” o “el reencuentro”. Recordé el para qué de mi existencia actual y, sobre todo, "recuperé la memoria". Ese día murió el que había sido hasta aquel momento; mi vida continuó pero ya no desde la identidad del que había sido hasta entonces, sino desde el que siempre fui, el que Yo Soy, la identidad que es anterior a esta vida, la que no concluye con el fin de esta encarnación.

Entonces comprendí mi Propósito: Difundir La Palabra, Guiar en el Despertar de Consciencia hacia la Consciencia Crística, hacia el nacimiento del Cristo Yo Soy en cada uno en quienes comienzan a rasgarse las capas y dejan entrar la Luz. Como consecuencia directa y casi inmediata del suceso de 2004, publiqué el primer libro: "La Bestia Divina", allí describo mi interpretación de lo visto y experimentado en aquel "primer contacto" en ese viaje astral por el pasado, el presente y el futuro de la humanidad. En noviembre de 2015 publiqué mi segundo libro: "33 Reflexiones para el Despertar de Consciencia", su título revela el contenido.

Todo lo que hago desde entonces, y siempre guiado por Lord Metatrón, Lord Sananda -mi adorado Jesús el Cristo-, AA Miguel, Ashtar Sheran, Madre María, Maestros/as y Guías, Hermanos/as Estelares de la Luz, está dirigido a esto, a Difundir la Palabra, a estimular el despertar de la semilla crística en cada corazón dispuesto a Despertar y Ser. Desde 2004, y hasta hoy, viví una serie de experiencias que dieron forma, nuevo rumbo y sentido a mi vida. Inicie un profundo proceso de sanación de todas las energías mal calificadas en esos 33 años de vida cronológica inconsciente previos a agosto de 2004.

El Cielo puso en mi camino personas y herramientas con las cuales pude lograr (y lo sigo haciendo) la liberación de todas las interferencias que condicionan la plena expresión de mi propósito de vida. Estas herramientas son los Cristales Luminosos Litios y el Método Gaiadon Heart, en ambos casos he alcanzado el máximo nivel de graduación.

A partir de enero de 2013, y luego de vivir experiencias que parecían salidas de un libro de ciencia ficción, dejé de lado todo lo que no servía a mi tarea, me desligué de todo compromiso y apego a la vida mercantilista y consagré mi vida al Propósito por el cual he encarnado. Conforme recuperaba la memoria ancestral y el conocimiento se iba revelando sencillo y natural en mí, fui encontrando el lugar y la forma de difundir La Palabra. Luego vinieron los viajes, los eventos y los talleres que he dado y sigo impartiendo en Argentina, en México y en España.

Consciencia Crística G33 es un Paradigma de Vida, son la ideas fundamentales que sostienen la identidad del Cristo, las que debemos adoptar y poner en práctica en nuestra vida cotidiana para dar continuidad a la Evolución del Ser hacia nuevos estados de realidad y consciencia.  Surge así Proyecto Arca 333, luego la Escuela de Servidores del Plan Mayor...

Mi queridísimo Maestro

Juan

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